viernes, 13 de abril de 2012

"La potencia de un golfista se origina y genera mediante los movimientos del cuerpo. Esta energía es trasmitida del cuerpo del jugador a sus brazos y luego a sus manos. Se multiplica a sí misma enormemente con cada trasmisión, como una acción en cadena en física." - Ben Hogan


Una frase muy interesante y como muchas otras frases de Sr. Hogan, una máxima a estudiar detenidamente. Personalmente, no veo demasiados jugadores que consiguen generar la potencia mediante el movimiento del cuerpo. Además, mucha gente no entiende que parte del cuerpo hay que activar y como habría que activarlo para crear la potencia.
En este capitulo hablaremos precisamente de ello, como crear la potencia y como conseguir golpear a la bola fuertemente sin apenas tener que esforzarse. La velocidad de la cabeza del palo a través de la bola se crea mediante la acción de dos fuerzas en física, la fuerza centrípeta y la fuerza centrifuga.
La Fuerza Centrípeta es la fuerza dirigida hacia un centro, que hace que un objeto se desplace en una trayectoria circular. Por ejemplo, pongamos que atamos una pelota a una cuerda y la hacemos girar en círculo a velocidad constante. La pelota se mueve en una trayectoria circular porque la cuerda ejerce sobre ella una fuerza centrípeta, en otras palabras, tira de la pelota hacia el centro. Si no fuera por ella, la pelota saldría en línea recta.




La Fuerza Centrífuga es una fuerza ficticia que aparece cuando se describe el movimiento de la pelota en rotación. Es la fuerza que aparentemente tira de la pelota y tiende a alejarla del eje de la rotación.
En el caso de la pelota giratoria, ambas fuerzas se originan en el centro de la rotación y se producen mediante el movimiento de la mano. Este mismo modelo se aplica al swing de golf, en cuyo caso el cuerpo actúa como el eje de la rotación.
Bien, lo único que queda ahora es definir que parte de cuerpo debería actuar como el eje de la rotación. Esencialmente, existen dos partes de cuerpo que podemos rotar; los hombros y las caderas.
La consciente rotación de hombros no nos conviene jugando al golf. Rotando los hombros perdemos la capacidad de mantener el palo moviéndose hacia el objetivo, además de perder el ángulo de ataque hacia la bola. Debido a ello, en golf la rotación se genera exclusivamente con las caderas. Ellas aportan rotación que no compromete al jugador a la hora de mantener un swing neutro y un ángulo de ataque adecuado, debido a que el control de estos dos puntos tiene que ver con el control de los hombros y manos casi exclusivamente.
Por ese motivo, la bajada se inicia con las piernas y las rodillas que provocan la rotación de las caderas. Este movimiento activa el cuerpo entero y produce una rotación retardada de los hombros, permitiendo que los hombros se mantengan cerrados hasta el momento de impacto.
El giro de los hombros retardado hace que éstos se cuadren con el objetivo en el último momento, justo antes de que el palo impacte la bola. Este giro hace que las manos se enrosquen y se desvíen de su trayectoria hacia el objetivo justo encima de la bola. Igual que la pelota que es girada por la acción de la fuerza centrípeta, las manos salen lanzadas alrededor del cuerpo, cuadrando el palo en el proceso y disparándolo vigorosamente hacia el objetivo.
Inversamente a lo que muchísimos principiantes piensan, el giro de las muñecas que se aprecia en un buen swing después del impacto no es el resultado de una acción deliberada con el fin de aumentar la velocidad de la cabeza del palo a través de la bola, sino más bien todo lo contrario. Las muñecas se giran afectadas por la lucha entre la fuerza centrifuga que tira del palo y la fuerza centrípeta que tira alrededor del cuerpo debido a que los brazos no se pueden separar de él. Efectuado de manera correcta, el swing debe de ser bien amplio haciendo que el brazo derecho se estire hacia el objetivo. Solamente así conseguiremos que la energía se multiplique a sí misma enormemente con cada trasmisión, "como una acción en cadena en física".